Peso
Tamaño
Altura
Actividad física
Esperanza de vida
Origen
El origen del Jack Russell Terrier data de principios del siglo XIX. Debe su nombre al reverendo John «Jack» Russell, pastor que desarrolló la crianza de terriers para cazar zorros, liebres y tejones, actividad muy practicada en el condado donde vivía en Inglaterra. No obstante, se estima que fue Australia el país que propició que esta raza fuera reconocida a nivel internacional.
Existen dos variantes de esta especie canina, basadas en la longitud de sus patas: los terriers Parson Jack Russell, de patas largas (para correr detrás de los caballos y los galgos) y los terriers Jack Russell, de patas cortas (para el rastreo).
Carácter y características
El Jack Russell terrier, pese a su pequeño tamaño, es ágil, resistente, enérgico, intrépido, inteligente, alegre. Dada su capacidad inherente para cazar, es muy dinámico, le gusta explorar y excavar, es aullador y logra ser buen perro de caza. Por ello, necesita espacios abiertos, donde encauzar su energía y curiosidad. Es tolerante con los niños y puede tornarse agresivo con otros perros.
Es mayormente de color blanco, con manchas negras, pardas o leonadas en varias partes del cuerpo, con énfasis en la región de la cabeza y la cola. Posee extremidades cortas, pero musculosas, y orejas pequeñas caídas hacia delante. Su pelo puede ser liso, duro y semiduro y es resistente al agua, lo que lo resguarda al entrar en madrigueras o lagos.
Su promedio de vida oscila entre los 12 y los 15 años. Tanto hembras como machos miden aproximadamente entre 20 y 35 cm y suelen pesar entre 5 y 12 kg.
Salud y cuidado del Jack Russell Terrier
El Jack Russell terrier, pese a ser muy resistente y gozar de buena salud, puede presentar enfermedades en los ojos, como luxación de retina y cataratas. Los espacios abiertos para él son una necesidad, pero si escapa de la casa tras un rastro, consigue desaparecer rápidamente.
También puede sufrir en el sistema locomotor ataxia y mielopatía de terrier (ataxia hereditaria), que desciende del Fox terrier. Esta enfermedad hereditaria se despliega en los primeros meses de vida del animal y está vinculada con trastornos del movimiento y el aumento de la sordera.
Debido a su hiperactividad, esta especie canina no se recomienda para personas sedentarias o en hogares con niños muy pequeños, ya que no es el tipo de perro que se pasa todo el día tirado por algún rincón de la casa.
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Bibliografía